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| Serranía del Chiribiquete, Colombia. |
Yo creo que la separación entre ciencias humanas y ciencias naturales es tan debatible como porosa, debido a que las recientes definiciones de la naturaleza rompen la división entre ésta y su antagonista típico: la cultura (el artificio, la civilización, la construcción social, etc.). Incluso más complejo sería este debate si incluímos la agencia de fuerzas no-humanas, como el medio ambiente, los objetos, e incluso las entidades religiosas originadas desde las creencias.
Para mí, la naturaleza como concepto no tiene una única definición estable, así como Williams reconoció en su diccionario [1]. Ha habido diferentes definiciones de la misma, conectadas a cómo se ha utilizado la palabra "naturaleza" en diferentes contextos, culturas y edades. Como Williams dice, la "naturaleza" proviene de un participio del Latín, lo cual establece su carácter cerrado o terminado. En contraste, la palabra griega "physis", su más común traducción, expresaba un carácter dinámico de la materia, la cual cambiaba en el tiempo. Esta división es fundamental para comprender el rol pasivo que nuestro occidente, más romano que griego, asigna a la naturaleza, en tanto entidad pura y original, o escenario salvaje y virginal. De cierto modo, esas definiciones son herencia de una tradición aristotélico-escolástica, que ha sido profundamente influyente en los mundos del Mediterráneo y el Atlántico.
Como dije anteriormente, la división entre "naturaleza" y "artificio" puede ser encontrada en tradiciones filosóficas y teológicas en la larga duración, en las cuales finalmente se asoció la naturaleza a la creación divina (que Dios por sí sólo terminó). De acuerdo al Génesis, la naturaleza o creación sería considerada como un objeto dispuesto para el disfrute y provecho de la humanidad. Esta misma idea incluso sostuvo el famoso "giro cartesiano" en el cual se establece la separación entre sujetos y objetos, por lo que la naturaleza sería el principal objeto para ser entendido por los sujetos humanos. Es importante recordar que ésta idea fue popularizada también en un mundo imperial en expansión, en la temprana modernidad, el cual necesitaba justificar sus reclamos sobre tierras ajenas mediante el conocimiento de las mismas. La así llamada "Revolución Científica" de las ciencias naturales estuvo íntimamente conectada con este proceso de colonización, como ya lo han argumentado muchos autores poscoloniales de América Latina.
Debido a que la naturaleza no es algo distinto de la sociedad, ésta primera siempre es definida socialmente e históricamente (a pesar de sus pretensiones metafísicas de considerarse a sí misma una realidad). La naturaleza nos incluye a nosotros como parte de un todo en el que vivimos y del que somos parte. La naturaleza, la humanidad y el medio ambiente convergen para darnos una idea del sistema completo en el que vivimos: un cosmos que necesariamente requiere de cosmologías. Vivir es cosmologizar el cosmos: hacer "logos" (discurso) sobre el "cosmos" (naturaleza).
Finalmente, una aproximación un poco más escéptica a la que me siento personalmente atraído, es la de los pensadores barrocos, tales como Montaigne y Spinoza. Por un lado, para Montaigne la naturaleza y Dios son entidades definidas siempre desde una racionalidad basada en un particular sistema de costumbres relativo a cada pueblo. Por lo tanto, ofrecer una definición final de ésta es imposible, o en caso de ser posible, sería indecible: mero silencio. Nada puede ser dicho sobre la específica realidad de la naturaleza porque cada palabra es artificial, y no natural. Siempre el lenguaje desnaturaliza. Por otro lado, Spinoza indica que Dios es lo mismo que la naturaleza. Todo aquello que existe a nuestro alrededor, y nosotros mismos, somos expresión de este Dios impersonal e inmanente que llamamos orden natural.
[1] Williams, Raymond. "Nature". Keywords: A Vocabulary of Culture and Society. New York: Oxford University Press. 1985. p. 184-189
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