[ENSAYO] La inmortalidad de lo escrito y el miedo a sentir distinto

Valletta, paraíso para el meditabundo, República de Malta.

Por Rafael, ignorante y pretencioso joven de 19 años, año 2013:

I

He reflexionado muchas veces sobre algunas de las cuestiones que me asombran y me aterran de este mundo o estos mundos. He sido un eterno interesado por el conocimiento, pero he descubierto con el pasar de los días que lo fundamental nunca ha sido 'el conocimiento' sino ‘la inquietud’. Cuando  discutimos, sostuvimos quizá un arduo interés por conocer al otro. Muchas veces usted decía que no me entendía, es decir, que no podía conocerme lo suficiente como para predecirme en el actuar. Descubro y advierto, entonces, que ese afán por conocer al otro (quizá para predecirlo) tiene una clara intencionalidad: El conocimiento a veces resulta ser un instrumento para controlar al otro. En la medida en que usted hubiese podido “conocerme” lo suficiente para predecirme, habría podido controlar mucho mas fácil la situación, mientras que yo habría perdido mi espacio simbólico de “libertad”, es decir, mi capacidad de hacer algo nuevo en el mundo: algo impredecible.

Conocer entonces resulta ser un camino sobre el cual uno debe cuestionarse. El asunto ahora no debe ser el de conocer el mundo, o conocer a alguien; sino inquietarse, hacerse preguntas, pensar y pensarse a sí mismo. Esa cantidad de preguntas, y ya no respuestas, me obligan al ejercicio de pensar. El pensamiento se convierte en constante “inquietud”. 

Me inquieto por vivir; por su vivir; por el actuar y por el poder. Y me inquieto por ‘el sentir’. Obviamente no supongo que ya no habrán respuestas a las preguntas, en un estéril escepticismo. En efecto, las habrán. No obstante lo importante no es conocer las respuestas (eso no me interesa), sino inquietarme más y más. Pensar en ese estado de plenitud, de utopía, pienso que como idea orientadora puede ser muy válido, pero reconociendo a la vez, que la historia, ontológicamente, no tendrá fin siempre que haya quien interprete el mundo. Por eso en cierta medida, la Libertad, si es algo real, se trata de algo que está un centímetro afuera de nosotros y en nosotros: el acto de innovar o irrumpir ante un tiempo de quietud.

La Historia es entonces lo real, en la medida en que al interpretar nos inquietamos no por conocer qué sucedió, sino cómo y porqué algo se configuró de esa forma, sabiendo que eso nos obligará a pensar en el presente. La Historia no es el relato de enciclopedia que lee cualquiera como un hobby. Ésta invita a pensarse, a inquietarse. La Historia es su historia particular y mi historia. La historia de nuestra experiencia común particular está sujeta a la Historia en la medida en que tenga algo de relevancia para quien se inquieta por el futuro. 

Por otro lado, la Historia se constituye en un instrumento. La Historia es política porque de cierta forma es una codificación cultural, que unos pueden utilizar para legitimarse y ejercer su voluntad sobre los otros. 

II

Cada uno de los días que han pasado en el trabajo de ‘superar-conservando’, ha significado para mí un desafío a mi experiencia de ser; y existir de esta forma es agobiante. La inquietud como elemento de liberación es a la vez sombría. Me inquieto cada noche por lo sucedido, por mi sentir y su sentir. Me inquieto de forma tal que mi sentir se confunde con mi pensar, y pienso y siento dolorosamente. La inquietud es como un bicho que pica y pica, en sintonía con la metáfora socrática. Pero el tábano exhortaba a los demás a que se inquietaran. Este tábano, que soy yo al inquietarme, me invita a seguirme inquietando, pero al hacerlo en ocasiones con su aguijón, que es mi aguijón, vierte su ponzoña de dolor sobre mí y me hace pensar en que no debiera preguntarme tanto. La vida entonces es contradictoria, impredecible. Es estúpido intentar hallar coherencia y orden a un sentir caótico.

Yo estaba enamorado de usted; y enamorarse es una experiencia del Sentir. El amor no se conoce, se siente. Sentir el amor es pensarse en el amor. El amor no es un conocimiento, es una inquietud. Si el amor se intenta conocer es para intentar controlarse. Pero pocos captan que la condición del amor, aún como creación social, es precisamente lo desbordante y lo incontrolable. Controlar el amor es cegarlo y dejar de ser libre. Yo estaba enamorado pero tuve que reprimir al máximo un sentir. "Las pasiones atentan contra el mundo racional", dirían economistas vulgares. Pero no han descubierto que las experiencias del sentir crean el mundo en el que yacemos arrojados. Reprimí mi sentir porque en este mundo nos hemos creado vetos y los justificamos con diferencias de forma. Maldito aquel macho que ose amar a otro, por ir en contra de la naturaleza, dirían.

¿La condición sexual diversa es antinatural? Pregúntese uno mas bien qué es lo natural, o incluso cómo y por qué lo natural es lo natural. Lo natural es vano invento. En efecto, existe una realidad material, un cúmulo de partículas y moléculas y átomos, pero… ¿y qué nos importa que existan de esa forma?. La verdadera existencia no es meramente material, sino que se ha configurado socialmente en la cultura, en la historia y en el lenguaje. Lo bisexual y lo homosexual hacen parte de las actitudes de concebir y experimentar el sentir en el mundo. 

Sí, es indiscutible que existe una distinción fisionómica entre hombre y mujer. ¿No obstante hay algo natural mas allá de eso? El género es creado socialmente. La reproducción es un acto de innovación en el mundo, es impredecible en su intención, a menos que se configuren discursos en la sociedad que digan que reproducirse es lo que se debe hacer, pero eso se configura en sociedad, no en naturaleza. Por ello debe entenderse ese discurso de lo natural como algo creado por los hombres. No existe naturaleza divina ni terrenal que diga cómo debe ser la experiencia del sentir de los sujetos en el mundo. Esa naturaleza se la van inventando los sujetos en su historia. De la misma manera, Dios resulta ser otro de nuestros grandes inventos y en él reflejamos todo lo que nosotros debemos y no debemos ser: ‘nos enajenamos’.

Por ello, creo que mi sentir, mi acto de estar enamorado de usted, nunca fue un error. Fue algo que tuve que reprimir, por el hecho de conservarme al menos en bienestar físico. ¿Ha usted imaginado que pasaría si yo expresase mi sentir? Me habría emancipado de cierta forma. De la forma que me emancipé cuando le confesé mi profundo enamoramiento. La emancipación duele, la emancipación como experiencia del sentir involucra el sufrimiento del aguijón de un escorpión clavándose sobre el pecho y el diafragma dejándome sin vida, sin sangre y sin aire. Decirlo, declarar mi amor, significó tener que ver el rostro más horrible que uno puede ver, el rostro suyo, de odio absoluto hacia mí, traidor que no supo controlarse y reprimirse para seguir siendo su “mejor amigo”. La ira de alguien que juraba que no iba a perdonarme tamaña bajeza. Me había emancipado pero al mismo tiempo me había re-enajenado.

El sujeto histórico que decidió dar rienda suelta a su Sentir se enfrentó contra el ídolo de su mundo personal. El amor que expresaba no era consentido, ni respetado, ni sentido, ni pensado, ni válido. Me había enamorado de forma tal que estaba en una aporía. Usted no sabe lo que es sentirse de esa manera. Me pregunto: ¿qué habría sentido usted si en el momento en el cual al yo querer ‘ser y estar’ de acuerdo a mi ‘sentir’, alguien me hubiese herido, hecho daño o asesinado? ¿Qué habría pasado si yo hubiera dicho a todo el mundo lo que sentía por usted, y por decir eso me hubieran matado? –Sabe usted que no es nada imposible ni descabellado en un país tan conservador, machista y delirante–. Comprenda usted que en este escrito el problema es muy complejo, y las respuestas no importan; importan las inquietudes que le deje. [Tuve mucho miedo a mis 19 años, cuando todo esto pasó].

III

Escribir esto tiene en sí un interés estético claro: Inmortalizarme en mi Historia, y en su Historia. Propongo, como muchos otros, el papel del sentir como determinante en la inquietud en un mundo que es político en todo sentido. Quiero que este sea uno de muchos mas textos que aborden muchos mas problemas e inquietudes. Quiero que usted sea dueño de una historia escrita de la cual usted fue protagonista, ídolo y villano. 

Sepa, que el beso, creo que único, que en algún momento nos dimos en medio de la ebriedad, fue una experiencia de mi sentir que trasciende a mi historia como un acto que no se olvidará. Sepa que ese acto me inquieta cada día de la existencia como tortura y motivación a la vez, me inquieta en mi experiencia del Sentir. Sepa que quizá de mi vida no desaparecerá nunca mi amor por usted y mi recuerdo de usted, y que cada vez que hago esto siento a la vez un amor y un odio de tamaños enormes porque me frustra saber que nunca pudo suceder; porque me frustra tener que enajenarme de mí mismo, y replegarme sobre mí mismo, porque no creo ser capaz de soportar una emancipación que me haga momentáneamente libre pero que me re-enajenará en la soledad, por perder a muchos de mis amigos por que considerarían que mi condición es inmoral, antinatural, o que debería ser reprimida o por mí, o por una violencia física que neutralice y normalice mi existencia, o quizá, le de fin. Un mundo de mentiras, tanto como el de todos. Un mundo donde está mal sentir lo que yo sentí.

A partir de esta reflexión, me inquieto por una serie de preguntas. He hablado de la inmortalidad de lo escrito como momento en el cual las memorias mentales de los sujetos, los intereses y las experiencias del sentir, se subliman en palabras que otros podrán leer, y de esa forma ese discurso se libera en la inmortalidad de lo escrito, y desde luego, a la vez se re-enajena en esa misma inmortalidad. 

Le pido entonces que tenga paciencia, que tenga en cuenta que este es un legado personal para usted, y una fundamentación de lo que quizá yo escriba en el futuro. Se que estos términos podrían llegar a sonar muy complejos pero espero, poco a poco y de forma medianamente ordenada, darle luces sobre lo que pretendo proponer para interpretar la sociedad. En este texto estará captada mi presencia, o por lo menos, una bonita síntesis de mi forma de unir historia, filosofía y ciencias sociales. Sé que al menos, si lee cuidadosamente aprenderá de mi, de usted y del mundo un poco más. 

Ein Geisteswissenschaftler, 2013

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