[TANTEO] De la escritura entre líneas y mi insoportable estilo barroco

He sido crucificado anteriormente, o al menos sutilmente vituperado, por mi escritura barroca. Gozo en estas líneas de las licencias literarias del mundo extra-académico, porque la Academia a veces castra al Espíritu y práctica la ablación al poder creativo y placentero de las letras. Al parecer, mi melancolía resulta a lo menos pretenciosa o fútil para el lector comprometido con la instantaneidad. 

Gabinete de Maravillas de Worms.

Los aristotélicos nos malacostumbraron a la escritura masticada, aguamasa transferida de las palomas a sus retoños para alimentarlos. Ese pensamiento de aguamasa no estimula el esfuerzo, ni premia al lector que lee entre líneas; hálito de Leo Strauss. Un texto no es un texto, sino miles, y su realidad está abierta a la interpretación y al desciframiento. El pensamiento es activo; actividad. No se conoce ni se aprende a partir de la mera especulación receptiva ni la contemplación pasiva milagrosa. Se aprende yendo más allá del texto, convirtiendo documentos ajenos en monumentos propios, parafraseando al arqueólogo del saber. Escribir ocultando no es un acto de elitismo esotérico, sino una invitación a crear nuevos mundos y no conformarse con la hegemónica lectura de un texto primero. Lo ornamental no es sólo formal, sino contenido también. 

La realidad toda no se despliega asible sino oculta, y a veces pienso que amorfa. Mi estilo insoportable de escritura, intranquila y atiborrada de referencias como las del angustiado ser barroco, horrorizado ante el vacío y la incertidumbre de un mundo asimétrico, no oculta una verdad única. Mi intento, en cambio, es dibujar con palabras (ekhphrasis) un gabinete de maravillas como en el siglo XVI, porque en este mundo neoplatónico el todo contiene las partes y las partes contienen el todo. Esta descripción, de tintes iniciáticos, herméticos o cabalistas, apenas revela mudez y nada antes del principio, bereshit como palabra actuada al principio, y potencialidad de todo "lo otro" tras el principio. Ante el coyunturalismo de todos aquellos que sólo discuten la noticia del día y de la semana, el pasado responde como trayectoria de nuestro ser y aspiración imposible de ver (o ser-con) la perennidad. Al fin y al cabo, las cosas se hacen haciéndolas, es decir que no se hacen solas; y en el fondo, presuntamente, no hay fondo. 


Rafael Nieto-Bello, 2019

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